- ¿La sociedad argentina está preparada para los sacrificios?
BUENOS AIRES (AP) — Los argentinos, acostumbrados a décadas de gobiernos populistas que subsidiaban desde el transporte público hasta la electricidad, enfrentan ahora las consecuencias del plan de ajuste implementado por el presidente Javier Milei. Este plan incluye una drástica reducción de las subvenciones y, como resultado, un aumento significativo en las tarifas.
Desde que el economista ultraliberal asumió el cargo el 10 de diciembre, ha implementado medidas para reducir el gasto y abordar el déficit fiscal y la inflación anual de casi 161%, que ha llevado la tasa de pobreza a más del 40%.
A pesar de su inexperiencia política y las propuestas de ajuste presentadas durante la campaña electoral, la mayoría de los argentinos respaldó a Milei en las elecciones presidenciales de noviembre. Sin embargo, surge la pregunta: ¿Hasta dónde la sociedad estará dispuesta a soportar estos cambios después de dos décadas de populismo?
El plan de Milei implica una devaluación del peso superior al 50%, despidos de empleados públicos, suspensión de obras públicas y reducción de subsidios al transporte y la energía. Simultáneamente, ha firmado un decreto que desregula radicalmente la economía, anteriormente fuertemente intervenida por el Estado, lo que ya ha generado reacciones negativas.
Aunque la retórica pública puede respaldar la necesidad de ajustes, la tolerancia a las medidas reales es incierta. “Una cosa es hablar de la muerte y otra cosa es morirse”, comenta Lucas Romero, director de la consultora Synopsis. “Es probable que el discurso público diga ‘tenemos que ajustarnos, esto es insostenible’, pero después viene el ajuste y hay que ver si se tolera. Uno nunca puede proyectar cuánto dolor va a tolerar”.
Durante las últimas dos décadas, los argentinos se acostumbraron a la intervención del Estado que mantenía la gratuidad en salud y educación, así como millones de dólares en subsidios para diversos sectores, manteniendo bajos los precios de servicios básicos. Sin embargo, la emisión monetaria descontrolada llevó a la inflación y la pobreza.
El nuevo gobierno enfrenta el desafío de equilibrar la necesidad de ajustes con el riesgo de agitar la conflictividad social. El salario mínimo en Argentina es de 156 mil pesos (unos 188 dólares) en medio de una inflación creciente. La reciente devaluación ha llevado a aumentos de hasta un 50% en alimentos.
La economista Jimena Blanco advierte que la reorganización económica, junto con la inercia inflacionaria, significará que la inflación de tres dígitos seguirá afectando a los consumidores en 2024. En este contexto, el presidente Milei deberá enfrentar la escalada de la conflictividad social y mantener el apoyo popular para que su partido pueda competir con el peronismo y otros sectores en el Congreso.
El plazo de tolerancia de la sociedad al plan de ajuste es incierto, pero los analistas concuerdan en que los ciudadanos necesitan ver mejoras tangibles en su calidad de vida. La viabilidad y aceptación de las medidas dependerán en gran medida de su impacto positivo en la población.
